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Cuida tu estómago y supera las cenas de fin de año

Recuerdo la primera vez que vi un plato de sushi. Tenía unas laminitas rosas muy delgadas, y pensando que eran salmón, comí todo de un bocado. Segundos después lo escupí en una servilleta. Y no, no eran salmón. Sino un tipo de encurtido que hasta hace poco me enteré, es jengibre. Se llama “gari”, -sí, como el caracol de Bob-. Ese mismo día pintaba para que nunca en la vida volviera a comer sushi. E ilusamente también imaginé que ese montoncito verde de junto era guacamole… ahora sé que es wasabi y sabe ¡ho-rri-ble!

El punto es que nunca tuve la curiosidad de preguntar sobre las dichosas laminitas rosas. Simplemente las hice a un lado cuando las veía sobre mi plato. Pero cuando mi doctora me recomendó tomar jugo de piña con jengibre y me puse a investigar, supe toda la verdad. ¡Vaya, vaya!

Disfrutando del jengibre

Pero, ¿por qué tanto revuelo por esta raíz que le da apellido a las galletitas navideñas? Resulta que es buenísima para el metabolismo. Regula las funciones digestivas del cuerpo y desinflama el vientre, sobre todo si sufres de intestino irritable o gastritis.

La primera vez que lo probé sentí temor -luego de mi experiencia con el gari-. Me hice un jugo con dos rebanadas de piña, dos centímetros de la raíz, y un chorrito de agua. Aunque pensé que el sabor sería horrible, la verdad está bastante bueno. Mi miedo más grande era que fuera muy ácido y me causara dolor en la boca del estómago, acidez o reflujo. Pero afortunadamente no fue así pese a que lo tomé en ayunas…, y eso fue todo un alivio.

Seamos francos, el jengibre o cualquier otro remedio natural que tomemos no actúan mágicamente. Debemos poner de nuestra parte para alimentarnos mejor, hacer ejercicio y adoptar un estilo de vida más saludable. Y entonces así nos ayuden a sentirnos mejor. Otras veces, sí necesitamos algo un poquito más fuerte…

Una ayuda no está de más

Lo natural es lo de hoy, pero no nos cae mal una ayudadita rápida cuando nos sentimos realmente mal. Recuerdo una cena familiar en que comí alegremente un plato de pozole, unos tacos de barbacoa y unos mezcales deliciosos. Bueno, en plena madrugada mi gastritis hizo de las suyas y yo me retorcía del dolor. Ahí estaba yo, como la muñeca fea en un rincón, resignada porque no llevaba ninguna pastilla. Lo bueno fue que mi tía se acercó, me dio un esomeprazol, y definitivamente, salvó mi noche. ¿Lo conocía? No, pero cuando te sientes mal no hay consejo que no valga.

Después de ese día supe que el esomeprazol es muy bueno para evitar casos de reflujo gástrico y acidez. Además sirve para cuando tienes estas molestias de forma crónica, es decir, más de dos veces a la semana. Ayuda a eliminarlos con esta medicina, tomando una tableta diaria, durante 14 días. Y si sólo te pasa esporádicamente, es un excelente remedio.

Así que, a disfrutar de las próximas cenas de fin de año, pero recuerda… ¡nada con exceso! 😀

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