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Amantadina: El aliado inesperado contra la gripe y más

¿Qué es la Amantadina y para qué sirve?

La amantadina es uno de esos medicamentos que, aunque originalmente fue diseñado para un propósito, ha demostrado ser útil para varias cosas. ¡Sí, versatilidad en un frasco! Su historia comenzó en la década de los 60 como un medicamento antiviral para tratar la influenza tipo A, una de las gripes que pueden afectarnos cada temporada.

La amantadina trabaja dificultando que el virus de la influenza se replique, es decir, ¡le complica la vida al virus y le ayuda a nuestro cuerpo a recuperarse más rápido!

Lo sorprendente de la amantadina es que, con el tiempo, los investigadores se dieron cuenta de que también era útil en otros campos. ¡Es como el “multiusos” de los medicamentos! Hoy, además de combatir la influenza tipo A, también es un tratamiento para ciertas condiciones neurológicas, como el Parkinson y algunos síntomas asociados.

Así que no es solo para la gripe; es una opción para tratar problemas de movimiento y controlar el temblor en personas con Parkinson. Este “superpoder” de la amantadina se debe a que tiene efectos sobre nuestro cerebro, aumentando la liberación de dopamina, el químico que regula el movimiento y el estado de ánimo.

¿Qué enfermedades se pueden tratar con la amantadina?

  1. Influenza tipo A: Aunque ya existen otras opciones, la amantadina sigue siendo útil para la prevención y el tratamiento en ciertos casos de gripe. Es como un viejo amigo que nunca falla en época de frío.
  2. Enfermedad de Parkinson: Los síntomas del Parkinson, como el temblor, la rigidez muscular y la dificultad para moverse, pueden mejorar con la amantadina. Es especialmente útil en fases tempranas de la enfermedad o en combinación con otros medicamentos.
  3. Síndromes neurológicos similares: Algunas veces, los médicos recetan amantadina para síntomas relacionados con el control motor en personas que han sufrido lesiones cerebrales, como accidentes cerebrovasculares.

Recomendaciones para el uso de Amantadina

Si tu médico te ha recetado amantadina, ¡aquí van algunos tips para sacarle el mayor provecho sin riesgos! Aunque es efectiva, también hay que usarla con precaución:

  1. Toma la dosis exacta que te recetaron. No intentes “acelerar” los resultados tomando más cantidad de la indicada; al contrario, esto podría causarte efectos adversos.
  2. Evita mezclarla con otros medicamentos sin consultar a tu médico. La amantadina puede interactuar con otros fármacos, sobre todo los que afectan al sistema nervioso. Si estás tomando otros medicamentos, ¡mejor informa a tu médico!
  3. Cuidado si tienes problemas renales. La amantadina se elimina por los riñones, así que las personas con insuficiencia renal pueden necesitar dosis ajustadas. De igual manera, si eres adulto mayor, tu médico probablemente te sugerirá una dosis menor.
  4. Evita el alcohol mientras estés en tratamiento. El alcohol puede aumentar los efectos secundarios de la amantadina, como la somnolencia y la confusión, así que mejor dejar las copas para después.
  5. No suspendas el medicamento de golpe. Si lo estás tomando por una enfermedad crónica, suspenderlo de repente puede traer efectos adversos. Consulta siempre con tu médico antes de dejar el tratamiento.

Contraindicaciones de la Amantadina

Como todo medicamento, la amantadina no es para todos. Aquí algunos casos en los que es mejor evitarla o usarla solo bajo estricta supervisión médica:

  • Personas con antecedentes de epilepsia o convulsiones: La amantadina puede aumentar el riesgo de sufrir convulsiones, así que quienes padecen estos trastornos deben evitarla o tomarla con mucho cuidado.
  • Mujeres embarazadas o en periodo de lactancia: Los efectos de la amantadina en el embarazo no están bien estudiados, por lo que no es recomendable para mujeres embarazadas o que estén dando pecho, a menos que el médico lo indique.
  • Personas con problemas cardíacos: Si tienes antecedentes de arritmias o insuficiencia cardíaca, la amantadina puede empeorar estos problemas. Mejor consultar al cardiólogo antes de empezar cualquier tratamiento.
  • Personas con glaucoma: La amantadina puede aumentar la presión intraocular, por lo que si tienes glaucoma, tu médico puede sugerir otro medicamento.

Efectos secundarios posibles

Como todos los medicamentos, la amantadina puede tener efectos secundarios. Algunos son leves, pero otros requieren que acudas al médico si se presentan. Entre los efectos más comunes están:

  • Náuseas: Si sientes el estómago revuelto, prueba tomando la amantadina después de comer.
  • Sequedad en la boca: Mantén agua o caramelos sin azúcar a mano para aliviar esta sensación.
  • Somnolencia y mareos: Evita manejar o hacer actividades que requieran mucha concentración si te sientes un poco “despistado”.

En casos más raros, la amantadina puede causar alucinaciones, cambios en el estado de ánimo o incluso problemas de visión. Si experimentas alguno de estos síntomas, consulta a tu médico de inmediato.

¿Por qué es importante la visita al médico?

Con la amantadina, como con cualquier tratamiento, es fundamental contar con el seguimiento de un profesional de la salud. Los médicos saben cuándo es el mejor momento para iniciar el tratamiento y cómo ajustarlo según tus necesidades, así que nada de “recetarte” por tu cuenta. Además, el médico podrá evaluar si la amantadina es la mejor opción para ti o si hay alternativas que se ajusten mejor a tu perfil.

¿Existen genéricos de la Amantadina?

¡Claro que sí! La amantadina está disponible en versión genérica, lo cual la hace más accesible sin perder efectividad. Así que, si el bolsillo aprieta, puedes preguntar a tu médico o en la farmacia sobre la opción de un genérico. Recuerda que el principio activo es el mismo, por lo que funciona de la misma manera y es una excelente alternativa económica.

Estilo de vida para prevenir la gripe y cuidar el cerebro

Además de seguir las recomendaciones médicas, hay algunas medidas que puedes tomar para mantenerte saludable y reducir las posibilidades de necesitar medicamentos como la amantadina:

  1. Refuerza tus defensas: Una dieta balanceada rica en frutas, verduras y proteínas ayuda a fortalecer el sistema inmune. Las vitaminas C y D son especialmente útiles para mantener las defensas altas.
  2. Duerme bien: El sueño es reparador y esencial para que nuestro cuerpo se recupere y repare a diario. Intenta dormir al menos 7-8 horas por noche.
  3. Ejercicio regular: El ejercicio no solo mejora el sistema inmune, sino que también beneficia al cerebro, ayudando a prevenir enfermedades neurodegenerativas.
  4. Lava tus manos: Parece simple, pero la higiene de manos es una de las mejores formas de evitar la propagación de enfermedades respiratorias como la gripe.
  5. Evita el estrés: El estrés crónico puede debilitar tus defensas, así que intenta realizar actividades que te relajen. Desde leer, caminar o hasta bailar en casa, ¡todo ayuda!

La prevención siempre es mejor

La amantadina es un medicamento eficaz, especialmente para quienes la necesitan en el tratamiento de la influenza tipo A o el Parkinson. Sin embargo, la mejor defensa siempre es llevar un estilo de vida saludable que nos mantenga fuertes y menos propensos a enfermarnos.

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